martes, 21 de septiembre de 2021
Desde el Punto de Luz
En la Mente de Dios
Que afluya luz sobre mi mente.
Que la Luz descienda sobre mi.
Desde el punto de Amor
En el Corazón de Dios
Que afluya amor sobre mi corazón.
Que Cristo sea en mi.
Desde el centro donde la Verdad de Dios es conocida
Que el Propósito guíe mi pequeña voluntad
El Propósito que el Maestro conoce y sirve.
Desde el centro que llamamos raza de los hombres
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle las puertas donde se halla el mal.
Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
DISCÍPULO y MAESTRO
Un Discípulo debe saber que el Camino no le será fácil, y sabrá también de la satisfacción al ir venciendo las dificultades; debe saber que todos los que llegaron a la condición de MAESTROS, alguna vez fueron Discípulos como él.
El desarrollo y progreso del Discípulo está directamente relacionado con su fidelidad, su lealtad y su amor incondicional a su Maestro; al menos, en una primera etapa la disciplina resulta esencial; el Maestro puede encargarle misiones o tareas tontas y hasta ridículas, simplemente para comprobar el grado de disciplina de su Discípulo.
Como el gran combate se da en el Plano Espiritual, es necesario que el Discípulo se prepare convenientemente en el plano físico y mental; a medida que el Discípulo progrese el Maestro irá abriendo una a una las puertas que le permitan una mayor comprensión del PLAN y del PROPÓSITO ÚNICO de la CREACIÓN.
Comenzará a percibir las cosas con una visión Espiritual que, antes no poseía.
El Maestro siempre dará aquello que necesitamos aprender, si tenemos que aprender generosidad, él actuará con estricta generosidad hacia nosotros; si tenemos que aprender justicia, él actuará con estricta justicia; si tenemos que aprender a amar, él nos amará de una forma desconocida, pero siempre orientando el Camino hacia la búsqueda de la VERDAD y la LUZ.
En la vida del discipulado, él mismo, a veces, tiene que aprender a hacer las correctas elecciones; a veces tiene que renunciar a cosas que, en verdad, no le sirven para nada (por ejemplo, la comodidad); y otras cosas por el estilo.
Cuando el Discípulo comprende la verdadera dimensión de las palabras: “PRONTO Y DISPUESTO, PARA LO JUSTO Y PRECISO”; su propia vida se transforma; deja de ser un títere de las circunstancias que lo rodean y pasa a formar parte de un plano superior; comienza entonces el lento proceso de liberación y de elección.
El Maestro, tiene la Capacidad Adquirida de ver con toda claridad la capacidad a ser adquirida por los Discípulos; de allí su exigencia y a veces su intolerancia con los desajustes de sus Discípulos.
En realidad, el verdadero Discípulo tiene que aprender, justamente eso; APRENDER para liberar de su responsabilidad algún día a su Maestro.
Un Maestro no elige a sus Discípulos, sino que, se los asignan desde una esfera superior, de allí que el mismo no pueda ni deba liberarse de su DEBER.
El Maestro sabe que la palabra DEBER, tiene que ver con lo que DEBE HACER y no con lo que QUIERA HACER.
Estos conceptos e ideas deben ir incorporándose a la vida del Discípulo hasta que se transforme en una segunda piel; de esta manera, el día que pueda pronunciar la frase: “me encuentro en plenitud de felicidad”, será porque la mayoría de sus preguntas ya tienen respuesta, tendrá plena consciencia de sí mismo y sabrá fundamentalmente EL PORQUE Y PARA QUE DE SU EXISTENCIA.
Su alegría será comparable a la que hoy siente su Maestro cada vez que observa como Asciende aquél que hoy es su Discípulo.
Vismara
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