lunes, 6 de abril de 2009
EL VIAJE INTERIOR...
Contemplación o saber perderse alguna vez en una sola cosa
El fragor de la vida moderna nos impide detenernos a observar las maravillas que nos rodean, podemos extasiarnos con una hoja, una rama, las formas de las nubes, siempre cambiantes, o un simple guijarro; y podemos preguntarnos: ¿Qué artista es capaz de hacer esto?; pero no, seguimos corriendo de un lado a otro más preocupados y ocupados en nustras cuestiones materiales que en desarrollar una visión espiritual del mundo que nos rodea.-
¿Y no somos todos así? ¿No tomamos y nos servimos de las cosas con gestos automáticos, privados de la conciencia del acto y de la cosa?.-
No esperemos llegar a la vejez para darnos cuenta que nos perdimos el placer de mirar los innumerables detalles que componen el rostro de la Madre Naturaleza.-
Mira una flor.-
Mira un guijarro.-
Mira las circunvoluciones de la materia. De la vida.-
El universo de las formas. El empuje de la savia que se convierte en este árbol retorcido, en esta planta semejante a ninguna otra, en esta brizna de hierba.-
Ese insecto...
La gota que cae en el charco. Su ruido.-
Brote, hoja verde, hoja muerta, polvo, humus. Vida y muerte. Continuación.-
Cielos.-
Finalmente, la obra de arte está allí nada más que para despertar en nosotros esa mirada, ese sentimiento.-
El acceso al alimento
Se come. Se discute. ¿Está bueno? Está bueno. O no está bueno. O, está bien. Y se vuelve a discutir.-
Si los pensamientos que se tienen al comer pudieran ser pesados, no caerían nada bien al estómago. Porque solos o de a varios, no solamente se come; la cabeza continúa irradiando sus emisiones sin interrupción, sobre todo y sobre nada, sobre lo que nos concierne, de la futilidad al problema inmediato, pasando por los más diversos fantasmas. Así pues, ¿engullimos todo esto? ¿Con el resto, además del vino y del pan?
Sin embargo, el alimento es algo sagrado. Hoy día ya no se le atribuye gran importancia, el gusto se pierde, pero los colores y la cantidad están allí. Y a pesar de todo se lo obtiene sin demasiado esfuerzo. Sólo quedan algunos viejos y niños que se mueren de hambre, y al fin y al cabo, son discretos.-
Sí, uno sabe que lo tiene todo en el plato. Un filete, patatas, o cualquier otra comida, exótica o de nuestra región. A menudo se aprecian sus propiedades, se come un poco, la aventura de sentir calmarse el hambre. Se traga más bien que se mastica. Después viene la réplica: por el resto de la comida, es el vals de los pensamientos y las palabras. El alimento ya no es sino una música de fondo, ampliamente irrigada con esa deliciosa droga dulce: el vino. O sus primos. Luego uno se siente bien. Un pequeño peso ahí en el estómago, pero un café bien fuerte lo hará pasar. Uno digerirá durante tres horas...
Entonces, un pequeño ejercicio de meditación puesto que de ello hablamos: un día, concentrarse verdaderamente en lo que se come, bocado tras bocado. Saborear todos los gustos que pasan por la boca, que son innumerables. Masticar hasta el fin, hasta que sea papilla. Entrar en el sabor y la materia del alimento, como él entra en ustedes. No tener más que esos gustos en la cabeza, rechazar cualquier idea superflua. Simplemente comer. ¡No es fäcil! La mente resbala sin cesar, crea asociaciones de ideas, se come pero no se está allí. Se regresa al plato. ¡Toma! Está vacío, o casi. Estar por entero en un acto, una de las cosas más difíciles del mundo.-
Mucho se habla del arte de la gran cocina, pero jamás del arte de comer. Si fuera jefe de cocina, estaría enfermo de ver cómo la gente traiciona esa sutil alquimia, que nos da placer, nuevo vigor, y, es de esperar, todos los elementos minerales, proteínicos, vitamínicos y demás, necesarios para la buena marcha del organismo.-
El arte de comer es saber masticar, y no hacer más que eso. Si fuera necesario, posar los cubiertos y discutir. Luego masticar nuevamente, saborear. ¡Que se trata de comer! Pues bien, con tan poco que hacer, pero de extrema complicación teniendo en cuenta los malos hábitos adquiridos, se pueden obtener interesantes resultados: en un primer momento, al comer mejor, comer menos. Luego, descubrir en su paladar una variedad infinita de gustos. Por último, beneficiarse verdaderamente de cada comida, digerir mejor, sentirse mejor.-
Para ello basta entrar el alimento.-
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