martes, 7 de abril de 2009
EL VIAJE INTERIOR...
El ayuno
Todas las tradiciones preconizan el ayuno como forma de depuración y meditación. Junto a nosotros, la comida de vigilia de los viernes, común hasta hace poco todavía entre los cristianos, y el sábado de los judíos, nos hablan de un día a la semana en que el hombre debe adoptar una cierta actitud de abstención frente a los alimentos; respeto por la comida, y sobre todo salud del cuerpo y del espíritu, obligados de este modo a romper con sus hábitos cotidianos.-
El ayuno prolongado era frecuentemente practicado en otros tiempos por los partidarios de la vía espiritual, y todos recordamos los cuarenta días que Cristo pasó en el desierto. No se trata de aconsejar aquí tales hazañas, sino de señalar una técnica interesante. El ayuno más largo que yo hice fue de 120 horas; fue una experiencia inolvidable, que me enseñó mucho sobre mí mismo y mis reacciones. En efecto, el ayuno crea un "estado de realidad no ordinario", que suscita una especie de nueva visión de sí mismo y abre verdaderamente los ojos a la realidad que nos rodea. Porque el hecho de esforzarse por no sucumbir a la tentación de comer y la propia abstención conducen a un estado de vigilancia y de atención exacerbada.-
He aquí algunas reglas para un corto ayuno de un día:
- acostarse a la noche después de haber comido muy frugalmente: papilla o sopa, ensalada, fruta yang, como la manzana;
- no comer nada desde el despertar de la mañana siguiente hasta la misma hora del otro día;
- Beber mucha agua, caliente o fría. Si uno se siente débil, tomar tisanas de Tomillo o Salvia, no azucaradas;
- leer obras de reflexión interior: textos sagrados, memorias de sabios, filosofía...;
- hacer al menos una caminata larga, si es posible en la naturaleza;
- evitar todo esfuerzo violento, el ruido y la agitación;
- romper el ayuno con té o tisana, un yoghurt, una fruta, una pequeña rebanada de pan con mermelada. No más que esto. Comer mejor más tarde, pero evitando salsas, cremas, alcohol y cualquier comida abundante.-
Seguir el mismo programa para dos días de ayuno.-
Se ha vivido así una verdadera meditación que depura el cuerpo de sus toxinas y lava el espíritu de sus miasmas: ¡una verdadera cura de reposo!
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