miércoles, 22 de abril de 2009

EL VIAJE INTERIOR...


La meditación cristiana

El R.P. Besnard, dominico, hombre de una tolerancia y apertura que hacían honor a su iglesia, practicaba zazen, la postura de meditación Zen, y hallaba en ella lo que le faltaba en su orden, ese despertar del cuerpo al silencio, donde todas las puertas se abren.-
"El zazen es verdaderamente el arraigo de la inmovilidad. Para mí una cosa se articula con la otra. Aprecio mucho la frase que Durkheim nos decía en una sesión: 'El sentido del reposo es el movimiento, y el sentido del movimiento es la inmovilidad'.-
He aquí pues una especie de dialéctica que descubro pues sólo alumbrados por esa luz podremos inventar nuevamente el paraíso".-
Reflexión completada por Bruno Lagranje, quien piensa que "por una parte, en efecto, la comunidad primitiva que nos ha transmitido sus razones de vivir su fe en Jesucristo no buscaba convencer, probar, sino testimoniar, tanto por su vitalidad como por su júbilo, y sus fragmentos nos lo dicen; por otra parte el Espíritu del Cristo que la animaba le ha inspirado a tal punto respeto que se mantiene en oposición a las ideologías de cualquier proselitismo. Existe. Está vivo. La comunidad existe, vive y nosotros lo sabemos. Permanecemos libres.-
Es preciso leer el Evangelio con esta perspectiva.-
Decididamente, la clave de la Biblia no está en la Luna, está en la vida, y esta misma vida no se ahorrará ningún esfuerzo para llegar al conocimiento, así como ningún ademán de comunicación. La suerte del hombre ya no está más en manos de los gurús, así como nunca ha sido patrimonio del único y venerado pasado. Sólo hay situaciones concretas, la Biblia lo atestigua, el valor universal de todo no reside más que en su significación actual. La mayor prueba de imaginación es vivir el momento presente. Lo imprevisto siempre sobreviene, aunque sea bajo la forma del apocalipsis.-
'Heme aquí ante la puerta y llamo; si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré a su casa y cenaré con él'. Lo que quizás revela la Biblia, en oposición a las promesas de todas las sabidurías de Oriente y otros sitios que circulan hoy en día, es precisamente lo que no se aguardaba. No hay esperanza si uno sabe lo que aguarda. No hay verdadera lectura de la Biblia si uno ya sabe lo que hallará en ella. La ciencia no se encuentra con la Fe sino en esta incertidumbre; de quien vendrá, dice la ciencia, de aquél que viene, dice la Fe".-
La meditación cristiana es ante todo compartir, fraternidad, amor. Es el mensaje de Cristo. Y la lectura de la Biblia es en sí misma recogimiento y plegaria. Palabra de verdad.-

"Escuchad:
Salió a sembrar un sembrador,
y al sembrar, una parte cayó junto al camino, y vinieron
las aves y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había
mucha tierra, y al instante brotó, por no ser muy profunda
la tierra; pero en cuanto salió el sol se marchitó, y, por no
tener raíz se secó.
Otra parte cayó entre espinas, y, al crecer éstas,
la ahogaron y no dió fruto.
Otra cayó en buena tierra y dió fruto, que subía y crecía,
dando uno treinta, otro sesenta y otro ciento.
Y decía: El que tenga oídos para oir, que oiga.
Cuando se quedó solo los que estaban en torno suyo con los doce
le preguntaron acerca de las parábolas;
y Él les dijo: A vosotros os ha sido dado a conocer el
misterio del reino de Dios, pero a los que están fuera todo
se les dice en parábolas para que mirando, miren y no vean;
oyendo, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y
sean perdonados.
Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a entender todas las otras?
El sembrador siembra la palabra.
Unos están junto al camino, y en ellos se siembra la
palabra; pero en cuanto la oyen viene Satanás y arrebata
la palabra que en ellos se había sembrado.
Asimismo, los que reciben la simiente en terrenos pedregosos
son aquellos que, al oir la palabra, la reciben
desde luego, con alegría,
pero no tienen raíces en sí mismos, sino que son inconstantes,
y en cuanto sobreviene la adversidad y la persecución
por la palabra, al instante se escandalizan.
Otros hay para quienes la siembra cae entre espinas;
ésos son los que oyen la palabra,
pero sobrevienen los afanes del siglo, la fascinación
de las riquezas y las demás codicias, y la ahogan, quedando sin dar fruto.
Los que reciben la siembra en tierra buena son los
que oyen la palabra, la reciben y dan fruto, quien treinta,
quien sesenta, quien ciento".- (Marcos IV, 3-20)

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