sábado, 2 de mayo de 2009

EL VIAJE INTERIOR...


Legalidad e ilegalidad del sama

El sama de Dios se encuentra confundido con el sama de la criatura; reservado en un principio a lo más escogido de la élite, se volvió accesible a la élite y al pueblo en general; cayó del dominio del Amor místico al del espíritu de controversia. Por temor a los disturbios engendrados por el alma carnal, la razón distinguió entre sama lícito e ilícito, y no cabía otra alternativa. Abu c-Ali Daqaq se expresa muy bien al respecto: "El sama está vedado a la gente común debido a la falta de aptitud de sus almas.-
Para los piadosos devotos, es aceptable, pues los ayuda en sus esfuerzos, y para nuestros compañeros está permitido porque su corazón ha despertado".-
Muhamad al-Ghazali distinguió en el sama las categorías siguientes:
"-Ilícito: para quienes hacen del sama un hábito y participan en él a la manera de una diversión malsana.-
-Lícito: aquellos para quienes el sama exacerba el Amor de Dios y sólo exalta las virtudes admirables, son libres de practicarlo".-

Reglas del sama

En las reuniones del sama es preciso observar las siguientes reglas:
-No debe hacerse del sama un hábito. (Pues el hábito del sama, como todos los hábitos, es reprobable).-
-El guía o el maestro deben estar presentes en el sama.-
-Ni el público ni nadie ajeno a la Vía deben participar de la reunión.-
-Hay que manifestar respeto al cantor, al tamborillero (daf) y al flautista (ney).-
-Los participantes en el sama deben estar exentos de cualquier idea de diversión.-
-No debe mostrarse afectación durante el sama.-
-Si el efecto del sama no se hace sentir, no hay que forzarlo, mas si éste se produce, no hay que resistirlo; en otras palabras, si el espíritu se insinúa, tú te emocionas, si permanece inmóvil, tú te quedas sereno.-
-En el sama hay que distinguir muy bien el efecto de la naturaleza carnal de la agitación provocada por el éxtasis.-
-Durante el sama no hay que esperar un apoyo de quienquiera que sea, pero si alguien nos ayuda no hay que rechazarlo.-
-No se debe intervenir en el sama del prójimo sin el permiso del shaykh.-
-En la reunión de sama, uno no debe reclinarse en ningún objeto o lugar, y es éste el signo de que en esa reunión sólo se reclina en Dios.-
-No hay que imitar a nadie durante el sama.-
-Nadie debe participar en el sama sin el permiso del shaykh.-
-Quien aspira al sama debe alejar su corazón de los placeres y estar iluminado por el embebecimiento de la oración; su alma escudriña la presencia divina, y durante el sama, él es capaz de escincirse de los remolinos de su sí imperioso.-
-El sama de quienes son extraños al mundo interior y que en su corazón no mantiene relación con Dios, es imperfecto y sólo concierne al ego.-
-Aquél que por una razón cualquiera se introduce en el sama con su ego, al tiempo que está conciente de su yo y sus motivaciones, es un libertino. Y si no tiene conciencia de ello y utiliza el sama por cuenta de sus propios estados de ánimo, es un asociador. Tal individuo, tentado por el diablo, se imagina que un ángel lo inspira, y cree que los deseos de su alma concupiscente vienen de Dios; es lo que se llama ser un asociador, y como ya se ha dicho:
"El sama no es bueno sino para aquel que se ha librado de su yo y cuyo corazón está vivo".-
-En la reunión de sama, uno debe sentarse como corresponde, estar sereno y recogido.-
-Debe inclinarse la cabeza y realizar un dhikr interior (qalbi), sentados como durante la oración cotidiana, sin ocuparse de los demás, el corazón unido a Dios.-
-El cantor y el tamborillero deben ser sufís y gentes de corazón ardiente. No deben venir a la reunión por un salario o para asegurar su subsistencia.-
Se dice que el sama era muy usual en los tiempos de Junayd, cuando existían muchos maestros y grupos de sufís.-
Un día, al final de un sama, Junayd no cantó y los discípulos preguntaron por qué se abstenía.-
El inquirió: -¿Con quién cantaría?.-
Ellos respondieron: -Contigo mismo.-
-¿Quién escucharía? -preguntó.-
-Tú mismo -le dijeron.-
Esta anécdota alude al hecho de que el sama debe ser practicado por discípulos unidos por el corazón, y hay que escucharlo de músicos acongojados por la separación y que canten con sinceridad y devoción, no por un salario. En aquellos tiempos, eran raros los que llenaban ambas condiciones. Podemos preguntarnos por qué los sufís no se servían para su sama de la lectura del Corán, que es la palabra de Dios, en lugar de utilizar las poesías y letanías (dhikr).-
Ghazali responde a esto:
"A menudo había sama cantados sobre los versículos del Corán y provocaban gran cantidad de éxtasis. Al escuchar el sama sobre el Corán, algunos perdieron la conciencia y muchos entregaron el alma. Pero si los sufís empleaban poemas y letanías antes bien que los versículos del Corán, era por las razones siguientes:
-Todos los versículos del Corán no coinciden con todos los estados espirituales de los amantes de Dios.-
-Todo el mundo conoce muy bien el Corán y lo recita mucho, y lo que es escuchado continuamente ya apenas si toca el corazón.-
-La mayoría de los corazones no sienten emoción sin la ayuda del ritmo y las melodías, y es por ello que los sama en prosa son muy raros. Así pues, se practica el sama sobre ciertas melodías, pero no es conveniente componer música sobre el Corán.-
-Los cantos deben ser sostenidos por el tambor (tabl) y el tamboril (daf) para que su efecto sea más profundo, y según la opinión general, esto no debe hacerse con el Corán. se dice empero que el profeta entró en la casa de Rab'i cuando unas sirvientas cantaban tocando un tamboril. Al verlo, ellas empezaron a glorificarlo con poemas, pero Él les dijo: "¡Deteneos y cantad lo que cantábais antes!".-
-Cad uno siente sus propios estados de ánimo y desea escuchar los versos y las palabras que están en consonancia con su estado interior, y si esas palabras no concuerdan con dicho estado, pide que se cante otra cosa, y esto no se puede hacer cuando se trata de la palabra de Dios".-

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