lunes, 9 de marzo de 2009

EL VIAJE INTERIOR...

ILUSIÓN DE LA REALIDAD Y REALIDAD DE LA ILUSIÓN

Cada uno de nosotros ha nacido en una determinada célula de la civilización y vive su existencia dentro de los límites de su cultura. A medida que pasa el tiempo puede ampliar dichos límites por medio de la experiencia, el encuentro y la ruptura con las costumbres; Bachelard decía que, "un alma habituada es un alma muerta"; la experiencia y la propia historia de la humanidad verifican estas afirmaciones.-
El encasillamiento de la rutina, si bien trae una seguridad ilusoria, acarrea también pequeñez de espíritu y mezquindad; estrecha la existencia. El esfuerzo de superación, por el contrario, la voluntad de libertad y de apertura interior, la necesidad instintiva de desprenderse del cerco de los hábitos esterilizantes permiten ir más allá de la angustia que bloquea nuestra disponibilidad y el alcance de nuestra acción en este mundo.-
Pero, cuando nos preguntamos cómo puede continuar gozando el hombre de la civilización en cuyo interior se halla encadenado, sin dejarse al mismo tiempo embrutecer e intoxicar por sus venenos, recordamos la mayor dificultad: "Entre cada conciencia humana y el resto del mundo se alza una barrera invisible, una red de estructuras tradicionales de nociones y sensaciones, de ideas ya gastadas que se volvieron axiomas, de antiguos eslogans que se proclaman como revelaciones divinas. Lo que vemos a través de las mallas de la red nunca es, por cierto, "la cosa misma", incognoscible.. En la mayoría de los casos, tampoco es la cosa tal como se impone a nuestros sentidos, tal cual provoca una reacción espontánea de parte de nuestro organismo. Lo que asimilamos y ante lo cual reaccionamos es una curiosa mezcla de experiencia inmediata y símbolos condicionados por la civilización, de impresiones sensoriales e ideas preconcebidas en cuanto concierne a la naturaleza de las cosas".-
¿Qué conciencia tenemos del universo inmediato en el cual vivimos? Y ese universo, ¿no nos colorea, no nos condiciona? Por supuesto que sí, y a tal punto que sin darnos cuenta de ello, ahí estamos no digo prisioneros, pues basta un "impulso voluntario" para apartarse, pero convertidos poco a poco en autómatas por la máquina del ambiente. El sistema cultural emite un mensaje permanente, verdadero masaje vibratorio que moldea la persona; el hecho de que esta última esté a favor o en contra poco influye en esta acción en profundidad, en este verdadero trabajo de zapa. ¿Es muy abstracto todo esto?
No. Es la experiencia.-
Encontrar la calma una mañana. Tras un buen sueño nocturno, baño, sesión de relajación, respiración y concentración. Ningún problema en la cabeza, sentirse unificado, sereno. Después, pasar el día como de costumbre: trabajo, comunicaciones, teléfono, transportes, citas, gente, razonamientos y contrarazonamientos...
A la noche, detener todo, aislarse. Meditar. Vivir el momento. El recipiente-cuerpo, vacío a la mañana, se encuentra ahora lleno, esencialmente de futilidades. Durante la jornada, la acción eficaz, esencial, tiene lugar en muy pocas cosas. El resto es teatro, agitación desenfrenada, ostentación. Nada ha ocurrido exactamente como esperabamos, el tiempo se ha diluído en las sinuosidades del lenguaje y de la pretendida comunicación. Y así cada uno de los días...

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