jueves, 16 de abril de 2009
EL VIAJE INTERIOR...
LA TRADICIÓN JUDÍA
El árbol de los Sefiroth
Ofrecer un ejemplo de meditación judía es imposible, pues esta religión está demasiado ligada a la letra de sus textos sagrados y a la cotidaneidad de sus ritos. Sería preciso estudiar el hebreo para sacar provecho de riqueza de una lectura de la Biblia, de la Torah, del Zohar, y entrar en el sutil simbolismo que contienen sus letras y palabras, en la multiplicidad de los sentidos que se recortan y completan, como en cualquier lengua sagrada tradicional. Así pues, ofreceré sólo una rápida reflexión sobre uno de los mayores conceptos de la mística esotérica judía, es decir, la cábala (qabbalah: la Recepción de KBL, recibir).-
El más célebre de los cabalistas, Rabbi Simeon bar Yochai (Simeón hijo de Yochai), que vivió en el siglo II de nuestra era, recordaba que "vivimos en la corteza de la realidad y apenas sabemos alcanzar su corazón... pues el secreto está en el corazón de lo aparente... y lo conocido no es más que un aspecto aparente de lo desconocido". Todo el sistema de la cábala intenta poner en evidencia los diferentes niveles de la realidad, los cuales son cada uno un mundo en sí mismo, interdependientes empero de los demás.-
El propio ser humano es una entidad compuesta de diversos elementos, entre ellos un alma animal y un alma divina, y que tiene el privilegio, insigne de la creación, de gozar de una conciencia que puede desarrollar infinitamente. Pero la mayoría de los seres humanos se contenta con la vida mecánica del cuerpo y sus necesidades, buscan el placer y felicidad siempre condicionados a nuevas ilusiones que en realidad los hacen caer en el sufrimiento. Su religiosidad, si existe, no es más que sufrimiento y depende de una angustia (nunca se sabe...); la idea de la muerte les da miedo y nada comprenden de la vida. ¿Adónde va tal abundancia de energías?
Aquél que se mira a sí mismo intenta comprender el funcionamiento de su conciencia y las reacciones de su persona; el que toma cierta distancia consigo mismo trepa al primer peldaño de la escalera del conocimiento. Se ocupa de su Yesod, de su ego, no para reforzarlo inconscientemente, sino para descubrir sus debilidades, sus ilusiones, sus apetitos egoístas que no conducen a nada; intenta hallar los motivos inconcientes de sus actos y regular su comportamiento en el sentido del respeto a la vida y al prójimo.-
Para ayudar al que busca por la senda del descubrimiento de sí mismo y de las leyes que rigen la marcha del cosmos, el judaísmo ha inventado a lo largo de la historia más de un sistema, cada uno de los cuales debe ser indicado, aconsejado y explicado por un maestro espiritual, un Maggid, que se inclinará sobre la propia vida del estudiante, en la que encontrará las simientes que hacer germinar y las tendencias perversas que modificar. No se trata de cortar nada, sino de transmutar, de dirigir todas las energías del individuo en el sentido de un despertar a la sabiduría.-
El árbol de los Sefiroth, el Árbol de la Vida, es un ejemplo de las jerarquías que existen y se entrecruzan en la naturaleza del hombre y también en el movimiento mismo de la creación. Pues si el hombre y la mujer provienen de esta creación, su egoísmo les hace olvidar permanentemente su fuente, su raíz, y los lleva a caer en el error que vemos por doquier en el mundo. Arrojados del Paraíso terrestre, nada hacen para crearlo nuevamente, erran, ciegos, jueguetes de fuerzas malditas, esclavos de sus apetitos, superados por los acontecimientos, viviendo su vida como fantasmas, como sombras, como esos seres del mito de la caverna de Platón que están encadenados.-
Con todo, la conciencia está en cada uno, y en alguna parte cada uno tiene conciencia de su mezquindad, su nimiedad, sus falsas alegrías y también de esos raros momentos en que la belleza del universo se revela ante él, en que la infinita riqueza de lo que nos contiene y de lo que somos llega a aparecer, por un instante, en el umbral de nuestra visión y a crear la armonía entre el creador que trabaja sin cesar y su criatura, entre el uno y el todo...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario