El Maithuna o yoga del amor
En todo el subcontinente indio, el símbolo más extendido, reproducido en decenas de millones de ejemplares, sigue siendo el linga (falo) introduciéndose en un yoni (vulva) o inclinándose sobre éste. En efecto, los hinduistas han tenido siempre un enorme respeto por el órgano creador y su matriz, fuentes de vida. Ello dio origen a una erótica mística, ampliamente representada en la estatuaria de los templos tales como Kajhurao, en la iconografía, y en muchos textos, como la gesta de Krishna, donde el dios inicia a las jóvenes adoradoras, las gopís, al amor divino, pasando para esto por el amor lúdico que sus deseos y pasiones esperan primeramente de él. En la gesta de Krishna, uno de los capítulos narra "la caída de la elegida". En efecto, Krishna privilegia por un tiempo a una de esas encantadoras gopís:
"Gozó de la dicha con la gopí que había traído, a pesar de que él encuentre en sí mismo su dicha y su alborozo, aun cuando él sea impasible, con el objeto de mostrar hasta dónde se rebajan los amantes (kámin), hasta dónde hacen llegar las mujeres (stri) la perversidad.-
Y esa gopí, juzgándose entonces la más hermosa de todas las mujeres, se dijo: Él ha abandonado a las otras gopís que lo adoran y es a mí a quien ama el Bienamado. Habiendo llegado a un cierto lugar del bosque, dijo ella con orgullo a Keshava (Krishna): 'No tengo fuerzas para andar, llévame adónde quieras'. Ante estas palabras, el Bienaventurado respondió a su bienamada: 'Sube a mis hombros'. Entonces Krishna desapareció, y la esposa se entregó a su dolor".-
Moraleja de la historia: la gopi permaneció en el mundo de las dualidades; su orgullo le impidió fundirse con lo divino; a pesar de su fortuna, no percibió sino el aspecto más ruinmente material y egoísta del amor. Así pues, el dios recupera su forma esencial, la de la vacuidad. Se eclipsa.-
El hinduismo supo exaltar la unión sexual dentro y fuera de la pareja, a condición de que ambos compañeros no vieran ya en sí mismos y en sus retozos sino el juego de energías fundamentales, divinas en su esencia; el acto de amor reproduce entonces el proceso inicial de la creación del universo, pues es el principio varonil que se une a su complemento, la shakti, principio femenino. El trantrismo creó una serie de ritos sexuales fundados en esta significación de la unión mística de los contrarios, ritos codificados y cuyo objeto final era, sin duda, la fusión indistinta por el despertar de la Kundalini atravesando todos los chakras, desde el inferior (el mundo de la materia) hasta el superior (el mundo espiritual), simbolizado por el Loto de los mil pétalos.-
El discípulo debe entonces "experimentar continuamente el misterioso proceso de homologación y convergencia que está en la base de la manifestación cósmica, pues él mismo se ha vuelto ahora un microcosmo y debe 'despertar', para tomar conciencia de ello, todas esas fuerzas que en múltiples niveles crean y reabsorben los cosmos".-
Toda mujer desnuda encarna la prakrti. Se deberá pues mirarla con la misma admiración y el desprendimiento que se pone en considerar el insondable secreto de la Naturaleza; su ilimitada capacidad de creación. La desnudez ritual de la yogini tiene un valor místico intrínseco: si ante la mujer desnuda, uno no descubre en lo más profundo de su ser la misma emoción grandiosa que se siente ante la revelación del Misterio cósmico, no hay rito, no hay más que un acto profano, con todas las consecuencias que se conocen (consolidación de la cadena kármica, etc.). La segunda etapa consiste en la transformación de la Mujer-prakrti en encarnación de la shakti; la compañera del rito se vuelve una Diosa, así como el yogui debe encarnar al Dios.-
Solo entonces puede sobrevenir "la gran dicha suprema", el descubrimiento de la Unidad inherente a los dos seres, la integración de los principios en la vacuidad original, preexistente. Ello requiere de los adeptos un dominio de los sentidos y una manera de considerar la voluptuosidad que está muy lejos del goce primario.-
En la Náyiká-Sádhaná-Tiká ("Comentarios sobre la disciplina espiritual en compañía de la mujer"), el ceremonial está descripto en todos sus detalles. Comprende ocho partes, comenzando por el sádhaná, concentración mística con ayuda de fórmulas litúrgicas; le sigue smarana ("el recuerdo, la penetración entre las conciencias"), áropa ("la contribución de otras cualidades al objeto"), en la cual se ofrecen ceremonialmente flores a náyiká (quien comienza a transformarse en diosa); manan ("recordar la belleza de la mujer cuando está ausente"), que ya es una interiorización del ritual. En la quinta etapa, dhyána ("meditación mística") la mujer se sienta a la izquierda del devoto y es abrazada "de manera que el espíritu se inspire".-
Luego viene la unión erótica, transfisiológica y transpsíquica, donde el hombre y la mujer incorporan su condición divina al acto, el que puede y debe durar largo tiempo y tomar todas las formas que plazca a los amantes. La mujer da su goce al hombre quien le da su fuerza, dirigida a ella, pero no su eyaculación. Los textos insisten en el hecho de que "aquel que ha inmovilizado el sí de su espíritu por la identidad de goce en el estado de lo Innato se vuelve instantáneamente un mago; no teme a la vejez ni a la muerte. Si se afirma una sólida cerradura en la puerta de entrada del hálito vital, si en esta terrible oscuridad uno hace del espíritu una lámpara, si la joya del jina toca allá arriba el cielo supremo, Kánha lo dijo: "Uno alcanza el nirvana gozando de la existencia".-
Sólo entonces el samsara (mundo de los fenómenos, proceso cósmico) y el nivritti (vacío absoluto, detención de todo proceso), esos pares contrarios, aparentemente contradictorios, antagónicos, son unificados, y los adeptos pueden percibir que la naturaleza última del mundo fenoménico es idéntica a la del mundo metafísico: el acto concreto se funde no ya en el absoluto, sino que existe siempre en él. Se alcanza el estado de no dualidad primordial; vida y muerte se mezclan, como en todo momento, pero aquí en plena conciencia.-
Esta forma de iniciación reclamaba, y reclama siempre, de quienes tienen el mérito y el respeto de probarla, mucha concentración, atención al otro y amor a la criatura; aún si estos esfuerzos no son coronados por el éxito todas las veces, ante todo importa el encaminamiento, la conciencia del acto de amor así glorificado. Las revelaciones seguirán paso a paso, y cada gesto erótico tomará un nuevo sentido, una riqueza inaudita.-
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