domingo, 17 de junio de 2018

Discípulo y Maestro...

Un Discípulo debe saber que el Camino no le será fácil, y sabrá también de la satisfacción al ir venciendo las dificultades , debe saber que todos los que llegaron a la condición de MAESTROS alguna vez fueron discípulos como él.
El desarrollo y progreso del Discípulo está directamente relacionado con su fidelidad, su lealtad y su Amor incondicional a su Maestro; al menos en una primera etapa la disciplina resulta esencial; el Maestro puede encargarle misiones tontas o ridículas, simplemente para comprobar el grado de disciplina del Discípulo.
Como el gran combate se da en el plano espiritual, es necesario que el Discípulo se prepare convenientemente en el plano físico y mental; a medida que el Discípulo progrese, el Maestro irá abriendo una a una las puertas que, le permitan una mayor comprensión del PLAN y del PROPÓSITO ÚNICO DE LA CREACIÓN.
Comenzará a percibir las cosas con una visión espiritual que antes no poseía.
El Maestro siempre dará aquello que necesitamos aprender; si tenemos que aprender generosidad, él actuará con estricta generosidad hacia nosotros, si tenemos que aprender justicia, él actuará con estricta justicia; si tenemos que prender a amar, él nos amará de una forma desconocida, pero siempre orientando el Camino hacia la búsqueda de la VERDAD y la LUZ.
En la vida del discipulado, él mismo, a veces, tiene que aprender a hacer las correctas elecciones; a veces tiene que renunciar a cosas que, en verdad, no le sirven para nada (por ejemplo la comodidad), y otras cosas por el estilo.
Cuando el Discípulo comprende la verdadera dimensión de las palabras "PRONTO Y DISPUESTO, PARA LO JUSTO Y PRECISO"; su propia vida se transforma, deja de ser un títere de las circunstancias que lo rodean y pasa a formar parte de un plano superior; comienza entonces, el lento proceso de liberación y de lección.
El Maestro, tiene la capacidad adquirida de ver con toda claridad la capacidad a ser adquirida por los Discípulos; de allí su exigencia y a veces su intolerancia con los desajustes de sus Discípulos.
En realidad, el verdadero Discípulo tiene que aprender, justamente eso; APRENDER, para liberar de su responsabilidad, algún día a su Maestro.
Un Maestro no elige a sus Discípulos, sino que, se los asignan desde una esfera superior, de allí que él mismo no pueda ni deba liberarse de su DEBER.
El Maestro sabe que la palabra DEBER tiene que ver con lo que DEBE HACER, y no con lo que QUIERA HACER.
Estos conceptos e ideas deben ir incorporándose a la vida del Discípulo hasta que se transforme en una segunda piel; de esta manera, el día que pueda pronunciar la frase: "me encuentro en plenitud de felicidad", será porque la mayoría de sus preguntas ya tienen respuesta, tendrá plena conciencia de sí mismo y sabrá fundamentalmente EL PORQUE Y EL PARA QUE DE SU EXISTENCIA.
Su alegría es comparable a la que siente su Maestro cada vez que observa como asciende aquél que hoy es su Discípulo. 

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